Creer, y él hace la obra.


En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo escribo este testimonio para Gloria de Dios, y para que todo aquel que lo lea “sepa” y “crea” que Jesús está “vivo” entre nosotros y que, HOY, sigue sanando.

En septiembre del año 2002, al despertar por la mañana, siento una molestia en el pecho y al examinar mi glándula mamaria noto como unas pequeñas piedritas. Voy al médico, me hacen una mamografía donde se podían ver claramente cinco nódulos del tamaño de un granito de maíz.

Al regresar a casa, me dije: “Seguro que es cáncer, como mi tía. No voy más al médico porque me van a querer operar, hacerme quimioterapia. No, no, ¿para qué? Ya no tengo por quién vivir”. Hacia un año que había abandonado a mi marido y mis tres hijas, vivía en la calle; convivía con adolescentes, drogadictos, asesinos, chicos que robaban. Mis hijas ya no me querían ver, mi marido tenía otra mujer. Me dije: “De algo hay que morir”. Ya no quería vivir.

El miércoles 1º de octubre del 2003, conozco a la RCC. Comencé a peregrinar por cuanto grupo de oración había. El 14 de diciembre del 2007, fui al Sagrado Corazón de Jesús, de San Justo, donde predicaba Gabriel. El retiro era de sanación, el lema decía: “Yo envío a mi mensajero delante de ti, para que te prepare el camino”.

Lo que más me impactó fue saber que en la Biblia decía 365 veces: NO TENGAS MIEDO. Recuerdo que la pregunta era ¿Por qué estoy enojado contigo, Señor? El evangelizador decía que la sanación interior es como la cebolla, y que toda enfermedad del cuerpo viene de lo que grita mi alma. La última capa de cebolla que el Señor me sacó, fue el domingo 27 de febrero del 2011 en el mismo Santuario de San Justo, cuando Gabriel dijo; “Aquí hay una Señora a la que el Señor le ha sanado de unos nódulos que tenía en el pecho; ya no los tiene, han desaparecido”, y así fue.

Fueron cuatro años participando de misas de sanación, retiros, talleres, oración, eucaristía, confesión, adoración, ayunos, obra de caridad, perdonarme a mí misma, perdonar a Dios y perdonar a mi esposo y a mis hijas.

No fui al médico por lo tanto no me sacaron el pecho. Pero, el Padre Betancourt decía: “Hacemos todo al revés, primero vamos al médico y luego a Dios. Primer paso es regresar a Dios, como soy, como estoy .

Cuanto me ama mi Padre del cielo que sana aunque cometa errores; para él nada es imposible, solo tengo que “creer”, y él hace la obra. Hoy estoy sana, no hay nódulos, no hay secreción. La mamografía del 18-4-11 así la testifica. El Señor me sanó, gloria y alabanza a su Santo Nombre.

María Laura Orona
San Miguel – Buenos Aires