Y yo tomé esta sanación para mí...

Este testimonio no sólo tiene que ver con el poder de la sanación, sino con la resistencia a creer en Su poder y lo relacionado que está con el perdón. Tuve una especie de presentimiento o intuición, cuando se me presentó la ocasión de viajar a Venezuela, recientemente y eso me trajo al pensamiento algo que nunca tuve muy presente en mis recuerdos de infancia, pero que tal vez dolía en el fondo de todo lo que quise borrar de aquella época.
Desde el domingo 13 de septiembre de 2009, cuando en Medellín estuve sirviendo con el ministerio de música al que pertenezco (Kadoshs), en el encuentro de sanación con el misionero Gabriel Rinaudo, sentí que el Señor había empezado a entrar a sanar mi interior desde el área de mi papá, cuando Gabriel hizo un momento de oración, donde le pidió a los hombres que fueran padres que se pusieran de pie al frente, y dijo que las personas que sintieran la necesidad de perdonar a su padre nos acercáramos a ellos; los abrazáramos y les perdonáramos como si ellos fueran nuestros padres. Ahí en el momento del abrazo que le di a un hombre lleno de amor de Dios y cercano en representación de mi padre, sentí que Dios me iba a llevar a Venezuela a reconciliarme con mi papá.
Sí, yo viajaba al día siguiente con Gabriel a llevar a cabo nuestra misión en ese país hermano, por un mes. Dios utiliza una pedagogía distinta con cada uno, y conmigo utilizó el llevarme allí, donde mi padre estuvo trabajando durante los primeros 5 años de mi niñez, para sanar reconociendo el abandono y la ausencia de papá durante ese tiempo que él permaneció lejos de nosotras, para darnos “mejor calidad de vida” a nivel material, pero dejándonos sin ese papá cercano que necesitábamos mi hermana y yo, y así también dejando a mi madre sin su esposo, sin el apoyo para la crianza de sus hijas.
Yo no era consciente de este abandono de los primeros 5 años de mi vida, pero al llegar a Venezuela, lo tuve presente siempre y supe también que siempre lo sentí, pero lo guardé por protección en mi inconsciente. Del abandono del cual toda mi vida fui consciente, fue cuando después de mis 6 años, mi madre y mi padre se separaron y mi hermana y yo nos fuimos con nuestra madre, pasando necesidades económicas y aunque nunca lo reconocía, tratando de acostumbrarnos a la falta de un padre, que hoy veo como afectó en mi interior, dejándome secuelas y dolencias físicas.
Cada vez que menstruaba por ejemplo, me daba un dolor tan fuerte, que no podía calmar con pastillas y debía aplicarme inyecciones. Así pasó durante toda mi vida, sin ninguna mejoría, por el contrario se empeoró de tal forma que los meses julio y agosto de 2009 que los pasé en Medellín, fue necesario aplicarme hasta 3 inyecciones y no fueron suficientes para calmar mi dolor. Duraba una semana con dolores adicionales al de mi cólico menstrual que no se explicaba que era.
El lunes 14 de septiembre llegué a Venezuela y ese mismo día me llegó la menstruación, yo había ido equipada con pastillas e inyecciones, pero como en los dos meses anteriores, nada me obraba, este mes fue el más duro de toda mi vida con esta dolencia. Desde el lunes 14 hasta el jueves 17 de septiembre, no sé cuantas pastillas tomé y me aplicaron 3 inyecciones, pero todo fue en vano, el dolor persistía y aumentaba. Fue entonces, cuando la señora de la familia donde me estaba alojando, decidió llevarme a un centro clínico, donde buscamos un especialista. Una ginecóloga me atendió y me hizo una ecografía pélvica, que dio como resultado el hallazgo de un mioma con medidas de 26 x 18 mm y múltiples quistes en los ovarios (ovarios poli quísticos).
Cuando me estaban haciendo la ecografía, sentí una certeza en mi corazón, que ésta sería para comprobar más adelante una sanación que Dios realizaría en mí. Seguí con mis dolores y con las actividades programadas para mi estadía; contaba con las oraciones de esa gran comunidad Verbo y Vida de Venezuela, dirigida por su fundador Mario Salazar y su esposa Linda. Don Mario hizo una oración conmigo el viernes 18 de septiembre, me regaló esta cita bíblica y me dijo que me apropiara de ella: “El llevó sobre la cruz nuestros pecados cargándolos en su cuerpo, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia; por sus heridas hemos sido sanados”. 1Pedro 2,24.
El domingo 20 de septiembre estando en uno de los encuentros de sanación interior con Gabriel Rinaudo, al terminar la oración, tuvo entre varias palabras de conocimiento ésta: “Aquí hay una mujer que cada vez que le viene la menstruación, sus dolores son tan fuertes que se queda en cama varios días, el Señor la está sanando en este momento”. Cuando escuché estas palabras sentí una presencia especial de Dios alrededor de mi rostro y acepté, y tomé esta sanación para mí. Al otro día ya no tuve más dolor, pero no lo asocié tanto con la sanación sino que pensé en que llevaba una semana con el dolor y ya era tiempo de que pasara como sucedía siempre.
En un congreso de oración y sanación el día 4 de octubre, estábamos Gabriel y yo escuchando la predicación del padre Jorge Mario Naranjo, y al terminar surgió una conversación en la cual le confieso que yo sentía una resistencia a la sanación, pero estaba recordando varios episodios de mi padre y yo no soy muy dada a revivir recuerdos. Empecé a contarle esos recuerdos de mi infancia, de abandono por parte de mi padre, maltrato a mi madre, alcoholismo, violencia, de los cuales tal vez nunca había hablado antes, Él me propone hacer una oración de sanación interior donde empiezo a perdonar a Dios por el padre que me había dado y a perdonar a mi padre por cada una de esas situaciones que habían estado llegando a mi mente respecto a él. Llegó un momento donde me dice que perdone a Dios por no tener una familia (aclaro una familia completa: papá, mamá y hermanos) y ahí llegué al punto más difícil, porque yo no era consciente de esto. Lloré hasta que por fin lo pude pronunciar, y Gabriel me decía que ahí era donde había muchos bloqueos, resistencias que impedían el acceso a la sanación del Señor.
Ese mismo día recibí la invitación del padre que predicaba en el congreso, a quedarme en Cúcuta del lunes 12 al viernes 16 de octubre en su comunidad de Carmelitas, en esa semana lo pensé, porque ese día 12 de octubre esperaba me llegara la menstruación, pero en el nombre de Jesús acepte y creí que papá Dios tenía todo bajo control.
Transcurrió mi semana en Cúcuta y no me vino la menstruación, hasta el viernes 16 de octubre cuando me levanté a organizarme para viajar a Medellín a las 6:00 am.
Que regalo! Que bendición! Llegue a Medellín, dejé la maleta en el apartamento donde vivo en comunidad, para pasar este día con mi mamá y mi hermana. De manera consciente dejé las pastillas e inyecciones, porque tenía la certeza que Dios me había sanado. En el transcurso del día tuve los mismos síntomas que me daban siempre; dolores leves que aumentaban gradualmente. Yo le decía con toda CERTEZA Y FE, ¡GRACIAS JESÚS PORQUE ME SANASTE! y así cuando intentaba aumentarme el dolor, fue más fuerte mi fe, durante todo el día creyendo en mi Señor, repetía incesantemente esta acción de gracias con toda convicción, a pesar de los síntomas, no dejé de creer y así ese mismo día, Dios padre por su amor y misericordia me dió como regalo el no permitir que este dolor se convirtiera en un dolor intenso.
Después durante los siguientes días, ningún síntoma, ni siquiera leve sintió mi cuerpo: YA SABÍA QUE DIOS ME HABÍA SANADO!!!
Pero Dios quiso mostrarme una evidencia de la sanación que había realizado en mí: El jueves 12 de octubre después de asistir a la Gran Asamblea de Oración que realiza la Escuela Bíblica Católica Yeshu’a a la que pertenezco, llegué a mi casa, estaba saludando a dos hermanas de comunidad y esto sonará cómico pero sucedió así: estornudé y sentí un chuzo (puntada) en mi vagina, que me dejó paralizada unos segundos, me dirigí al baño y me asombró lo que vi, había expulsado algo de forma ovalada, lo tomé, lo puse en un papel, llamé a Juliana, una de mis hermanas de comunidad, diciéndole que le quería mostrar algo, ella al verlo me dice: Ay! Ese es el mioma!. Entonces llamamos a Ruth, también hermana de comunidad y ella dice: esto es muy extraño. Buscamos la ecografía que me hicieron en Venezuela, al verla pudimos darnos cuenta que la forma y el tamaño del mioma que se mostraba en ésta, ¡Era lo mismo que estábamos observando!
- Mis hermanas de comunidad me aconsejan realizarme de nuevo la ecografía, para certificar con ella lo que nosotras ya creíamos.
Al día siguiente me dirigí a uno de los centros más confiables de la ciudad a hacerme la ecografía, el médico me pregunta por qué me la voy a hacer, le conté de mi ecografía anterior donde se mostraba un mioma y quería saber como estaba, me pidió la anterior ecografía y la revisó, diciéndome que íbamos a ver como había evolucionado. Inició el examen y pasaron algunos minutos sin pronunciar palabra, hasta que me preguntó donde me había realizado la anterior, puesto que no confiaba mucho en el resultado. Yo le pregunté: ¿No encuentra el mioma? y él me responde: No. Le pregunto: ¿y los ovarios?... ¿están poli quísticos? Me contesta: no, están completamente limpios, están normales. Ahí le pregunto si él cree en Dios y me responde: Siii, entonces le cuento mi historia de sanación y de la palabra de conocimiento, y me responde de manera seca: "entonces eso que hiciste, te sirvió porque estás supremamente bien y vas a seguir así, porque todo se encuentra dentro de los parámetros normales". Ah, le dije, eso era lo que quería confirmar.
PARA LA GLORIA DE DIOS HE DADO YA MI TESTIMONIO, CON EL CUAL EL SEÑOR HA TOCADO MUCHOS CORAZONES.
Les cuento que un médico al escuchar el testimonio, pidió ver los exámenes. A las dos semanas se me acercó y me dijo GRACIAS! Ese testimonio fue para mí, porque me es difícil creer y soy muy reacio a esa clase de sanaciones, pero con los exámenes me di cuenta que esto que te sucedió realmente fue un milagro, porque un mioma es imposible que se desprenda o salga con tratamiento, siempre se requiere una cirugía. Gracias porque este signo visible de la obra de Dios a través de tu testimonio me hace aumentar mi fe y me animó a servirle de una manera más radical al Señor.

Te invito a que le abras el corazón al Señor y permítele que entre y sane lo más profundo de tu ser.

¡DIOS TE BENDIGA!
Deiby Yulieth Alvarez Calle

Hija amada y mimada de Dios, nacida en Medellín Colombia el 12 de abril de 1976. Laica consagrada de la Escuela Bíblica Católica Yeshu’a y muy feliz en la entrega y el servicio a Dios desde hace ya 11 años.